Montesquieu es uno de los escritores de más grata lectura, por su don para los epigramas. Para comenzar el año, me atrevo a seleccionar los 12 siguientes, uno por mes
Montesquieu es tan frecuentemente citado (¿quién no ha oído lo de la separación de poderes?) como, reconozcámoslo, en la práctica realmente poco leído. Y sin embargo, de los grandes clásicos, es uno de los de más grata y amena lectura, por su don para los epigramas (“frases breves e ingeniosas, frecuentemente satíricas”, RAE). Para comenzar el año, me atrevo a seleccionar los 12 siguientes, uno por mes, con una mínima apostilla personal.
1. “La ignorancia es la madre de las tradiciones”. En un momento como el actual, cada vez más desencajado por las pulsiones del ‘comunitarismo identitario’ (tan frontalmente opuesto al ideal democrático de igualitarismo ciudadano), conviene recordar que, en definitiva, las tradiciones representan las voces de los muertos tratando de imponerse a las de los vivos: el pasado (mitificado, idealizado, irreal) intentando condicionar el presente. El mejor homenaje al legado de quienes nos precedieron es tratar de tener una mirada más larga y más ancha que la que nos legaron, no tratarla como perenne verdad revelada.
2. “La solemnidad es el escudo de los idiotas”. ¡Cuánta rimbombancia hueca en nuestra vida pública! Ya nos previno al respecto nuestro Cervantes por boca del maese Pedro: “Llaneza, muchacho, no te encumbres, que toda afectación es mala”.
«El entramado legal forma un sistema complejo y sutil, en que cada parte condiciona (y a su vez es condicionada) a las demás»
3. “Las leyes inútiles debilitan las leyes necesarias”. Raro es el político, sobre todo si es novel, que no haya cedido a la tentación adanista (y narcisista, de paso) de pensar: “Cuánto hay por regular, cuánto hay por rehacer”. La torrencial creación de nuevas leyes, en buena parte innecesarias, hace que la sociedad pase a regirse por un derecho que ni conoce, ni entiende ni prevé, como ha señalado el profesor Muñoz Machado. Como ocurre con la moneda, su exceso produce inflación: se devalúa… y devalúa a la ya existente.
4. “A veces, es necesario cambiar algunas leyes, cosa que ocurre raramente, pero cuando ocurre no debe hacerse sino con mano temblorosa”. Nada de alegrías creativas tipo ‘esto se arregla en dos minutos’. El entramado legal forma un sistema complejo y sutil, en que cada parte condiciona (y a su vez es condicionada) a las demás. Pretender, ligera e incompetentemente, rehacer de un plumazo alguno de sus elementos suele tener un efecto comparable al del tópico caballo en cacharrería. “Hay que haber estudiado mucho para saber un poco”, por decirlo con un epigrama —adicional— del propio Montesquieu.
5. “La política es una lima sorda y alcanza lentamente sus fines”: el buen político lo sabe. El político adanista (es decir, el que cree estar inventando el arte de gestionar asuntos públicos) piensa que todo es cuestión de un par de golpes de suerte y ya está: se conquistan los cielos. La política eficaz es inevitablemente lenta en sus avances. Lo que deprisa se cambia, deprisa se vuelve a cambiar: véase el caso de nuestra legislación educativa, siempre prendida con alfileres, para nuestra común desgracia.
«La moderación es la dovela, o clave de arco, de todo entramado democrático que aspire a garantizar el máximo de libertad»
6. “Todo régimen libre es un régimen moderado”. La moderación es la dovela, o clave de arco, de todo entramado democrático que aspire a garantizar el máximo de libertad. En él, todas las opciones ideológicas son legítimas, todos los partidos con representación parlamentaria merecen el mismo respeto, nadie está en posesión de toda la verdad, ni de toda la honestidad, ni de toda la experiencia. Por tanto, no caben sectarismos extremistas, líneas rojas, descalificaciones o ninguneos. Hablar con el contrario no mancha ni degrada; y tampoco lo hace negociar, ni siquiera —¡santo cielo!— llegar a algún acuerdo con él. Una vida política plural es, inevitablemente, una vida política que ha de ejercerse en tono moderado, no con crispada agresividad. Se ha llegado a afirmar, como verdad irrefutable, que solo tensionando se avanza, cuando la experiencia en las democracias consolidadas (entre las que figura España) muestra más bien lo contrario: solo negociando, con mutuas concesiones, se progresa.
7. “No hay que poner vinagre en nuestros escritos: pongamos sal”. El ingenio, el humor, la gracia expresiva antes que el insulto zafio o la broma chocarrera. Sin duda.
8. “Quienes tienen poco de qué ocuparse son grandes habladores: cuanto menos se piensa más se habla”. Sobra cualquier comentario y que cada cual refiera la frase a quien considere que mejor le cuadra.
9. “Cuanto más vacía está una cabeza, más busca vaciarse”. La alegría del ignorante feliz, que por no saber de nada cree en realidad saber de todo.
10. “El comercio es la cosa del mundo más útil a un Estado (…) La paz es un efecto del comercio”. Bien lo entendieron los padres fundadores de la Comunidad Económica Europea, hoy Unión Europea: empecemos primero por la economía, lo tangible, lo que se puede contar y medir, que es por donde suelen empezar las guerras. Como lo expresara el Crispín benaventiano: “Para salir adelante con todo, mejor que crear afectos es crear intereses”.
11. “Todo ciudadano está obligado a morir por su patria, nadie está obligado a mentir por ella”. Epigrama que resulta difícil no dirigir a los líderes secesionistas catalanes que, en realidad, ‘iban de farol’ —como, entre ellos, una destacada figura ha reconocido— habiendo hecho creer a quienes les seguían que iban en serio.
12. “Europa es un Estado compuesto por varias provincias”. Amén (y fue escrito en la primera mitad del siglo XVIII).
Artículo publicado en: blogs.elconfidencial.com